Para Blas y Narcisa (in memoriam)
En la fotografía quedaron vuestras manos
Las luces de la feria que convierten las casas
en papel y ceniza
el cielo iluminaban.
Llevaba ella en su bolso su pasado de leche
las tardes de septiembre y el cuarzo de la sierra.
Sembraba él la calle de tratos y majadas,
de monte bien talado y de copas de fino.
Una camisa blanca, un traje negro
marcaban su figura igual que un tren nocturno
hecho de pan y campos de cebada.
Los pasos del caballo
movían las agujas del reloj
por cuadra de adoquines, zócalos de granito
y labios de cigüeñas.
Volaban las perdices al son de la escopeta
y las ruedas del carro
llenando con rumores las ondas del tejado
cercano todavía el ruido de la guerra.
Los embargos pasaban vestidos de levita,
el amigo suicida y el cortijo sin dueño.
No perdona la muerte al que trabaja
ni el olivo el descuido.
Desnuda la aceituna
señalaba el principio de mi historia
y el paso de la vuestra hasta quedarse inmóvil
sobre el oscuro manto
de papel fotográfico.
Recuerdos... me gusta
ResponderEliminarun beso
Me hace feliz que te guste, Belén. Yo también te quiero. Dos besos. Blasius.
ResponderEliminar