Como
un antiguo egipcio
voy
tallando mis sombras en relieve
en
la pared del verso.
Adoro
aquella luz que quema los desiertos,
las
formas majestuosas que se abren en los signos,
la
palabra desnuda que abrasa las pirámides.
Son
palabras de amor, tal vez antiguas
pero
deseables hoy
cuando
el sol ya no existe, el alba ha muerto
y
va la luz errática.
He
amado el ladrido de los perros
hasta
la oscuridad que funde a las estrellas.
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