Hicieron el amor
en
la frágil penumbra de un candil.
Mi
madre lo decía:
no
es fácil apagar la luz de los portales.
Con
el pan no se juega,
niño
–decía mi madre-,
pero
la gente juega.
Se
juega con el pan y con el hambre.
La
ceguera es no ver,
no
ver lo que otros miran
y
creen percibir, aunque esté oscuro.
Mi
madre me lo dijo: tú estás ciego.
El
pan es una luz.
Se
apaga suavemente
en
los portales donde ni amor se hace
y
crece ciega el hambre. Mi madre lo sabía.
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