Te recorre
un ejercito de hormigas
entre
puñados de hierba,
el alarido
eléctrico
de las
yeguas en celo
que viera
cuando niño
desde el
nimio agujero del pajar.
Tu secreto
no es etéreo:
la primera
mañana de tu vida
centellea en
la algaida como el sol
cuando despunta.
Únicamente
esperas
la ronca
melodía de los tigres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario