A menudo me consultas, Amor,
de cosas minuciosas.
Te escribo para contarte algo
de esta Granada nuestra,
ternura de la sierra y de la luz cada mañana.
Para ir a Granada
pedía un
antiguo cantar
tus lágrimas
en un pañuelo.
Es esta
lluvia
alhóndiga de
sueños
blancos y verdes.
Y el aire
aljófar,
suave y limpio,
y no
entristece.
Es risa
como tu
cuerpo,
como tu
piel.
Dulces son
las caricias,
susurros de
gorrión
en el
jardín.
Sin prisa
dentro de
ti,
dentro de mí
harina,
hierba y miel,
sal: almorí,
Granada crece.
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