Incomprensiblemente
nuestra carne
se encoge en
un instante,
amapola
desnuda en un silencio
húmedo y
tóxico
como luz que
agoniza en el barranco.
Otra luna es
posible,
pero hoy va
perdida entre las nubes,
ahogada en
un mar de soledades.
Y la piel se
resiente sin el tacto
nocturno de
otra piel,
disuelta en
su dañado estancamiento
subterráneo.
No hay puente posible
de sol y
madrugada.
El instante
se espesa con la densidad negra de la muerte.
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