3 de julio de 2015

ME SIENTO A VECES HUMO DE LOS MARES

Me siento a veces humo de los mares.
No sé cómo es posible
porque en vena la sierra me dejó
sólo el canto del cuco, luna llena de olivos
y el cronómetro blanco de la jara.
Y no el acantilado con manchas de alquitrán
y esputo de los barcos.

No llegó a la vaguada del cortijo
la ambigua luz del agua reciclada.
Sueño el sol sosegado que lagartijas toman
sobre el moreno cuarzo,
en la noche converso con lechuzas
y me baño en los hilos de un arroyo
sin la espuma del mar contaminado.

Y sin embargo,
la brisa de los mares siento como el aceite
que agrupa identidades en la antigua molienda.
Lo firma mi notario: materia y humo somos.

De los desvanes vengo
del anciano universo, por los desvanes ando
un poco despistado, pero vivo.
Las encinas guardaron humo y soles.

Sobre sus recios troncos anida mi ADN
en un antiguo nido de zorzales.


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