El vacío no
llena el descampado,
lo llenan
mis deseos y la hierba
que acoge
las metáforas del aire.
Por los
perdidos surcos circulan los instantes
como aguas
que se mueven sin saber
donde se
encuentra el mar de su descanso.
¿Qué sabe el
mar del agua que no entra en su círculo?
Nunca supe
decir a los álamos secos,
cantores y
guardianes del camino,
lo mucho que
les debo aunque murieran.
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