Los
días
discurren
abonados a la mediocridad
con
su cortina echada de silencios.
Soy
aquel libro
a
punto de editarse
sin
haber sido escrito.
Con
sus parajes muertos
desecaron
los cálculos
mi
memoria. Quedó
teñida
de despojos,
mientras
me invade un olor a maderas
quemadas
de anticuado caserón.
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