Despierto
cada día con la sed del enano.
Se
cuela por rendijas que la noche
olvida
en los portales donde el tiempo
fragua
su devenir de ritmo y sueño.
El
pasado me busca
para
desenterrar sus desaparecidos,
aquellos
que cayeron como lluvia
del
otoño que mancha los retratos.
La
mirada del búho la oscuridad comprende.
Descubre
las rendijas que definen
mi
estar en el paisaje
y
denuncian la muerte de los tilos,
el
bulevar perdido de la sombra.
La
luz se va en las aguas fugaces de un saludo,
pero
quedan los ecos como notas
subidas
a las copas de los árboles.
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