7 de junio de 2019

LOS NÚMEROS ORDINALES


La idiosincrasia de los filósofos
no menos peligrosa,
consiste en confundir
lo último y lo primero.
F. Nietzsche


Las calles estaban abiertas
a las tres de la mañana
cuando el oculto reloj de la fuente
la dejó sin palabras. 
Nadie puso candado al horizonte
ni numeró la hilera de las casas vacías.

Los adjetivos buscaban su lugar
en la distintas secuencias de las frases
mientras de espaldas al portal
del tiempo el destino disponía la salida.
Semidormido, aguardaba sentado en mi sillón
el fin de la última película.

Todo parecía tener una figura,
un principio y un fin.
Pero yo, descaminado y a deshora,
me negaba a aceptar que la vida
se numerase por eternos capítulos,
que tu piel sobre mi piel
desnuda se ajase
sembrada de marcas, pastillas y dudas, 
que la luna y el roce siguieran un orden
como los autobuses tienen sus paradas
y las cuentas, facturas.

Lo primero y lo último.

Y yo, confuso, casi sin enterarme
de que no me importa la disposición
de los números, ni si mis poemas
son inmigrantes sin papeles
que no encuentran refugio,
danzan perdidos soportando el frío.
Todo tiene un orden —dicen—.
Pero yo, como el viejo Zaratustra,
hablo  de un más allá del orden
donde un rasgueo de guitarra
o una aurora
del otro lado del calendario

vaciará las sombras.

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