27 de septiembre de 2020

EL OSCURECER CIEGA LOS ATAJOS

El oscurecer ciega los atajos,

respira brisa

y sondea las curvas de las horas sin tregua.

 

Yo estoy aquí tumbado en el sofá,

entregado a la nada

que fragua en el salón sosiego del otoño.

 

Tú vigilas el polvo en los cristales,

la transparencia herida,

y contemplas la luna que emerge tras los montes.

 

Descarnados se escuchan los silencios.

De momento, la luz se lame sus heridas.

 

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