Me pasa la jornada
por sus minutos muertos.
Son minutos pesados y vacíos
igual que las palabras
que perdieron su uso y su significado.
Hoy me siento perdido en la palabra.
Quizás sea al revés y es la palabra
la que desorientada
se encuentra con mi día mortecino
en los labios morados de un espejo
o en las perdidas sílabas de una tarde de invierno.
No soy dueño del tiempo, ni del último
minuto ni del viejo diccionario.
Pero es verdad
que a veces una frase hecha puede
servir para sacarnos de un apuro
igual que un horizonte vital inesperado
o el canto del zorzal por la hondonada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario