6 de mayo de 2018

EL TRES

Hay que pensar la esencia
del lenguaje,
desde la correspondencia,
como habitación del hombre.
M. Heidegger
  
Creíste que el tres pondría
muralla de metal
donde el café situara
las coordenadas de la vida.

Pusiste alambrada de pasos
huidizos, sonrisas forzadas
en pasillos sin alma
donde sembraron
vereda las palabras.

Las palabras son puentes
que se abren para que pasen
los barcos y descarguen en los puertos
su carga variada de nubes grises.

Almacenan los recuerdos
en los fonemas del tiempo
y disuelven,
como azúcar, en sus sílabas
el acento amargo, cruel
e inexorables de los días.

Pero tú pensaste un tres
como dique de cemento
que pusiera freno al devenir del agua
y te quedaste varada
en un inhóspito paisaje
sin martes,
sin ciego
que marcara los días de la semana,
sin café descafeinado
ni zumo de naranja.

Dejaste sólo que tus cavilaciones
alimentaran pesadillas sin dueño.

Yo, por mi parte, seguí
el ritmo sin reloj de mis pisadas,
descansando en el sillón
de mi memoria y alejando de mí,
como siempre, el aullido
sin rumbo de los perros.


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