Pretendo hablar contigo
en esta tarde,
pedirte que regreses.
Devoró la semana uno
a uno sus días
y los días sus horas
de ceniza.
No pueden ser
palabras
ni buque que
transporte el corazón
a la otra umbría,
la bodega inundada de
tu ausencia.
Te mando solamente
mis latidos,
correos de la vida,
por si acaso
pudieran recogerse en
tu bandeja
de entrada, donde
sólo se declinan silencios
y se enlazan vacíos.
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