Abrieron los obreros
de la tarde
las compuertas del
aire, desplegaron las nubes
sus mantas grises
de formas
inconstantes.
Reflejaban las aguas
la andadura
de la luz desde el
ser hasta el oscuro.
Maneras de la vida
cambiantes y sin dueño
que pasan susurrando
en un ir y venir inagotable y único.
Así me siento yo,
hojarasca de mayo que
se agita batida por el viento.
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