Me señalas,
Amor,
las reglas
que debo observar
para vivir
feliz.
Yo te escribo para olvidar
un día
estúpido, como tantos...
La
encontré por la calle
cuando
iba con prisa perdido
como
perro callejero.
Sentí
en mi corazón
un
escalofrío de almirez
herido
de nostalgias.
No
atino con la tecla para describir
ahora
mis sentimientos
con
palabras exactas.
Quizás
fueran las nubes, el viento
o el frío de
la mañana.
¿Dónde
estabas, Amor?
Hubiera
querido oír un alarido
de
lluvia que hiciera saltar en pedazos
mis
entrañas, pero sólo me invadió
un
triste chapoteo de coches,
un
reflejo de espuma de cerveza,
y un
antiguo y amargo sabor
de aceite de
almazara.
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