3 de agosto de 2018

NADIE SABE LOS LÍMITES DEL INSTANTE

Se transformó la noche, llegó el amanecer
con su bandera blanca.
La sucesión del tiempo es un misterio
que clava en nuestras carnes
un callado temblor.
Temblor de los sonidos que se mueren.
Abrimos cada día los ojos con asombro
ante la levedad del ser y de las cosas.
Se cierran luego
los párpados del aire y abandonan
la luz en el abismo.
Afirman que la casa del ser es la palabra.
Si la casa del ser es la palabra
¿dónde la luz y el aire?

Nadie sabe los límites
evanescentes del instante.


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