18 de agosto de 2018

LENGUAJE Y VIDA EN EL ESTÍO

La teoría de la naturaleza,
la moderna física, la cibernética, etc.,
han comenzado a sentir la inseguridad
de sus construcciones,
si no incluían en ellas el lenguaje.
Emilio Lledó


En este apartamento prestado
arden con el viento de levante
las paredes vacías.
El techo pintado de azul verdoso,
la cilíndrica columna del salón,
la barra del bar, la cama sin dueño,
los armarios de puertas sin barniz,
todo se funde en la siesta profunda
de los metros construidos.
La radio deja de sonar intermitente
sin alguien a quien haga bailar,
porque tal vez también quisiera ser
sudor humano en las muñecas
de este tiempo de estío.

La gente se derrama en la playa
esparciéndose como granos de arena,
igual que se deshacen las frases
dentro del diccionario en voces sueltas
que anhelan sentido en compañía.
La vulgar, trivial y profunda senda
del lenguaje pierde significado
precisamente allí donde la física
quema los cuerpos y la cibernética
los reduce a autómatas del sol.

Posas desnuda en el cuarto contiguo
ante las páginas de uno de los libros
más leídos según la lista de éxitos
del último periódico.
Hace muchos años que te amo,
he gastado muchas horas
en entenderme contigo
y no distingo hasta qué punto
tu biografía alimenta ya el cansancio,
donde viajan tus sueños desiguales
cuando no estás conmigo
averiguando roces que no supe darte,
ni acierto a  interpretar los huecos
de espacio, libertad, sexo y palabra
que sincronizan e inundan los días
dentro de la estructura expresiva
que guarda inconsciente tu espalda dolorida.

También mi vida resulta insegura
si no incluye en su construcción
el debido lenguaje, la clave que encubre
mi lucha por entender y asimilar tu mundo.


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