Atentamente
escuchas.
El
río que a ti llega
de
mi boca a tu orilla no queda en la frontera
de
un agosto sin mar.
No
es escombro de voz abandonada.
Mis
palabras son piedras de un camino
de
ida y vuelta, no pierden su destino
aunque
parezcan ser
más
allá de mí mismo
una
casa de locos.
Una
canción se mece entre los árboles
donde
anidan tus labios.
Dentro
del pentagrama mis arritmias
no
dejaron sus notas
de
ruidos o silencios.
Atentamente
escuchas,
la
peripecia abrazas de mi vida.
Sutil
mi tiempo habitas
sin
prisa, en esta forma del querer
que
nominamos lengua.
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