Me
contáis de vosotros mismos. Yo
aprendo:
la
luz de vuestros versos, la pasión
que
los consume,
vuestro
ruido. El silencio de locales
nocturnos
que os habitan,
la
geografía fatal de vuestro bosque,
los
aullidos que cruzan lo senderos,
la
música primera de un gris caos
introspectivo,
los
fantasmas que nutren vuestra sangre,
los
instantes que cosen vuestro tiempo.
Se
abren los tragaluces,
el
sentido ubicado en la palabra
que
os hace inteligibles.
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