Atraviesas
el patio hacia la puerta blanca.
Te
esperan la terraza, el paisaje marino,
un
bañador antiguo y el temor al desnudo.
No
se despega el sueño de tus párpados
que
tienden a caerse en tus mejillas
como
olas rodeadas del flujo de la noche.
Desde
la barandilla su figura, recuerdos
en
la sombra alargada del ciprés.
Por
la escalera juegan tus pies con el cantar
del
mirlo y el zureo de palomas
sobre
la vieja antena.
Saltas y llenas de agua
salada
tu verano, tus chancletas del monte.
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