Para los filósofos de la penumbra
No te vayas, penumbra,
porque después de ti
no descubro la sed de mi deseo,
el autobús directo al barrio de los sueños:
de plazas boquiabiertas como cuerpos sin amo,
el jardín receptivo, hospitalario
y casas que son alas para volar al sol,
encendidos balcones con olor de romero,
ventanas transparentes
para mostrar desnudos,
desnudos que se aman realizando utopías.
Más allá del trabajo
donde no existe esfuerzo,
más allá del dinero
donde no hay escasez,
más allá del miedo
donde sólo hay espera.
Más allá del esclavo
porque hay libertad,
más allá del acoso
porque solo hay amor.
más allá de la muerte
porque la vida vive.
No te vayas, penumbra,
por favor no te marches,
porque después de ti,
cuando todo se apaga
definitivamente, sola queda
la pupila quemada,
ceniza de la luz
que jamás existió.
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