15 de agosto de 2012

FRAGUA PARA NOELIA

Te preguntas, Amor,
de dónde nace
el ser pequeño
e inquieto de un poema.

Del viento del dolor,
de la hoja que cae,
del tedio, la fatiga,
del frío del metal y de la pena.
Tú preguntas, Amor,
y un poema germina en un momento
en la amistad,
en un temblor del alba,
en el amor y el miedo de la noche
o la esperanza
de la densa caricia del encuentro.

¿Todo poema?
Un poema es hijo de la luz,
del verte, de la lluvia,
del sol, del ocre,
del agua, del azul,
de la alegría
del pensamiento
o de la muerte.
¿De dónde nace?
De aquel inmenso mar
de sueños
que soy,
que somos, que es el hombre.
¡Cuántos versos, Amor,
en ti, en mí
bajo una capa espesa, oscura duermen
o se esconden!

La palabra resiste.
Es dura fragua.

Sobre el ruido se vuelca la atención.
De tal manera tiembla, sin embargo,
de vez en cuando herido el corazón
que poema se hace en la ternura.

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