3 de abril de 2019

OCHO CORONAS


                                   Miguel Hidalgo

Conozco esta evidencia:
la que me dice que el hombre
es mortal. Pero pueden contarse
las personas que han sacado de ella
las consecuencias extremas.
Albert Camus


Simplemente te fuiste. No hubo besos,
abrazos. Ni siquiera despedida.
Sólo pude leer
tu nombre en el recuadro
del periódico
cuando ya te habías ido.

No quise verte sin sombra y sin nombre.
Una vez más
arrojé mi llave al vacío
donde el vértigo arrastra
los nombres y conjuga
adjetivos en zona de los verbos.

Abracé a tu esposa
que me miró con ojos
vaciados en oscuro, turbados de ternura.
¿Mejor así?
Pero yo no sabía la respuesta.
Junté mis manos
uniendo en el instante los costados
del tiempo
y pronuncié un te quiero
que se perdió sin eco
por rincones vacíos de tu casa.

Me apoyé en una esquina
doblada por las lágrimas
vencido de murmullos,
porque las palabras pesaban
la extrema gravidez
con que cae en la tierra todo cuerpo.
Después, me senté al borde
del camino negándome a escuchar
los susurros que alimentan las sombras
y dejé que cenizas de los versos
depositaran en mi carne
ocho coronas
agonizantes
de dolor y recuerdos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario