La
mañana recoge los pasos
de
la gente que marcha dormida
al
lugar donde ejerce su oficio
y se
pasa la vida soñando.
Yo
me cruzo con niños que van
al
futuro con ojos cerrados,
con
adultos que avanzan ya exhaustos
del
mañana que un día pensaron.
No
me encuentro períodos de tregua
en
el ir y venir del planeta
y
compilo cupones de agravios
que
reparte impasible el periódico.
La
mañana recoge el saludo,
la
sonrisa en los ojos, la bruma,
el
trayecto azaroso y monótono,
la
mirada tan corta y ausente.
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