18 de mayo de 2019

YO SÓLO SOY UN ÍNDICE

Yo sólo soy un índice
que acoge paginando los poemas
que al paso se agruparon en mi cuerpo.

La página inicial en la pupila,
donde dejaste el mapa
velado de tu piel, es el preludio.

Diez baladas componen la primera
parte, todas escritas en los dedos
de mis manos. Baladas del proscrito,
de la góndola oscura,
del sabio buscador de los orgasmos,
baladas de pulgares asociados,
baladas del anillo,
del corazón desnudo,
balada a lo pequeño en la espesura.

Hay poemas que buscan
terrazas soleadas.
No caben en el pecho
los que cuentan urgencias
y en jaula de cristal cierran los lunes,
los que toman café con el otoño
y describen la mar como destino,
los ritmos de la sangre
como un hacerse lento de la nada.

Provincias de tu cuerpo tan ocultas
que sólo admiten versos rituales
también están firmadas en el mío,
y sólo tú lo sabes.

Sustancia de mujer en sexo cálido,
pezones y salivas que dejaron
su huella de cerezas y de espumas
como bibliografía,
fragancias que maduran en su tiempo.

Sólo falta el epílogo, los labios
que guardan como cofre sellado su secreto,
prohibida epifanía de los nombres.


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